Leyendas

La Piedra y la Mariposa

Había  una vez una Mariposa. Plena de color, volaba y era ligera, la  observabas y la  notabas serena, en busca de flores. Como un pequeño arcoíris en vuelo, Las grandes alas como luces que se encienden y se apagan.

En realidad oraba, y era presa de envidia y de llanto. E  imploraba a su señor: “Señor, mira a esa piedra. Mi vida dura un día solamente, un día de insidias y de miedos y no veré nunca a mis hijos. La vida de esa piedra dura milenios, milenios de tranquila paz, sin miedo de telarañas, ganchos picos…”

Y mientras así rezaba, la mariposa lloraba, lloraba y no escuchaba. No escuchaba que también la piedra imploraba , y  era una plegaria cuidadosa y triste.

“Señor, decía la piedra, “Señor, por millones de años he estado bajo tierra, escondida  a la gloria del sol. Y  cuando finalmente te he visto, oh sol, te he visto solo para saberte tan lejano.. Y me veo, inmóvil, llena de polvo y gris. Y veo a esa mariposa, brillante, llena de colores  y resplandeciente. Un día cualquier cosa me cubrirá, y nada podré hacer, solo recordar… recordar un día de luz, y llorar.

De esta manera lloraba la piedra y la mariposa, y el señor sonreía. Y al sonreír,  la mariposa escucha la plegaria de la piedra, y la piedra escucho la plegaria de la mariposa. Y comenzaron a hablar, la mariposa le contaba de ríos y de bosques lejanos, de insectos y de parientes extraños, y le contaba de sus abuelos, y de los abuelos de sus abuelos y de sus futuros nietos. Y la piedra le contaba de los meteoritos, de los secretos de las montañas, del nacimiento de los cristales.

Y la mariposa decía que sus alas se volverían polvo, y el polvo piedra, y que también ella algún día podría saber de eso. Y la piedra decía que su polvo se volvería flor, y la flor mariposa, y también ella, un día podría volar.

Y el señor escuchaba estas palabras, y sabía que eran palabras de amor. La mariposa quería volverse piedra y la piedra Mariposa, y el Señor se conmovió, y sonriendo las complació.

Y fue así que nació el Ópalo, que no se sabrá jamás si es una piedra que se volvió mariposa, o una mariposa que se volvió piedra.

PAOLO SEVERI.

LEYENDA  HINDÚ

Brahma quiso comprobar su capacidad  para crear algo hermoso y dio entonces nacimiento a una mujer maravillosa que provocó gran revuelo entre los dioses.

Vishnú y Shiva se enamoraron de la doncella celestial. El primero adornó con la máxima belleza a los animales que Brahma había creado para el Jardín de la doncella; en tanto que el segundo extinguió amenazante a todas aquellas criaturas para mostrar su gran poder destructor.

Resulta instructiva la doble actitud de los dioses, pues ciertamente al amor puede provocar, según el modo de ser de las gentes, la donación generosa o bien el odio destructor. Brahma molesto por el asunto, consideró que lo mejor para la joven hermosa era permanecer en la mística quietud del gran vacío interior de modo que las pasiones no alterasen su tierno corazón. 

Por eso la convirtió en ópalo: Brahma la transformó en una nube mineral, Vishnú le otorgó el tono azul, en tanto que Shiva la señaló con los tonos rojizos de su pasión desmedida.